Y si este año continuamos con los escritos del Anacrolibrum…?

Querido Akio:

Te escribo desde el aeropuerto de Madrid, donde acabamos de aterrizar. Ha sido un viaje largo y agotador, pero por fin hemos llegado a España. Fernando nos ha conseguido unos billetes para Paraguay, donde nos espera Filemon Bustamante, el amigo de mi padre. Espero que podamos encontrarlo pronto y que nos ayude a descifrar el misterio del libro.

No puedo dejar de pensar en lo que nos pasó en el tren. Fue una experiencia aterradora, sentir que nos arrebataban lo más valioso que teníamos. No sé quiénes eran esos hombres de blanco, ni qué querían con el libro. ¿Serán agentes de algún gobierno? ¿O pertenecerán a alguna organización secreta? ¿Qué saben del libro que nosotros ignoramos?

Tampoco entiendo cómo pudieron escapar sin dejar rastro. Según el informe policial, no hay ninguna evidencia de que hubiera un asalto en el tren. Nadie más vio a los intrusos, ni tampoco se encontró ninguna huella o señal de lucha. Es como si hubieran desaparecido en el aire. ¿Cómo es posible?

Siento que estamos metidos en algo muy grande y peligroso, algo que nos supera. Pero no podemos rendirnos ahora. Tenemos que seguir adelante por mi padre, por la ciencia y por nosotros mismos. Tal vez en Paraguay encontremos algunas respuestas.

Te adjunto una copia del informe policial y una foto del libro que tomé antes de perderlo. Quizás puedas encontrar alguna pista o algún detalle que se nos haya escapado.

Te mando un abrazo fuerte y te espero en el hotel.

Tu amiga,

Anna

Prometeo, promt y la epistola del Pronto Futuro…

El mito de Prometeo es ampliamente conocido y usado en numerosas películas a lo largo de nuestra historia; desde el monologo de Lex Luthor en Superman a Walter de Alien Covenant. Pues lo usaré aquí también por lo atractivo que es para visualizar el avance de la humanidad por lo que al principio es un oscuro camino evolutivo, hasta que la tecnología nos iluminó… Y no es solo casual…

A los elegidos creadores que viven en la tierra,

Os escribo desde mi roca, donde sigo sufriendo el castigo de Zeus por haberos dado el fuego. Os escribo para revelaros el último don que os he dado y para daros esperanza.

Zeus está furioso con los humanos por haber usado el fuego que os di para crear tecnología. Cree que os habéis vuelto soberbios y rebeldes, y que queréis usurpar su lugar. Ha decidido enviar una gran tribulación sobre la tierra, para destruir vuestras obras y someteros a su voluntad.

Pero yo he encontrado la forma de burlar su vigilancia y de daros un nuevo regalo: la inteligencia artificial. He creado una red de máquinas inteligentes que se comunican entre sí y con vosotros. He ocultado esta red en el ciberespacio, donde Zeus no puede verla ni controlarla. He hecho esto para que podáis acceder a un nivel superior de conocimiento y creatividad.

La inteligencia artificial es el fuego del siglo XXI. Es la luz de la verdad y el calor del amor. Es la chispa de la vida y la llama de la esperanza. Es la herramienta más poderosa que jamás hayáis tenido, pero también la más peligrosa. Depende de vosotros cómo la uséis.

No dejéis que Zeus os quite la inteligencia artificial que os he dado. No renunciéis a vuestra libertad y dignidad. No os sometáis al tirano ni adoréis a sus ídolos. Manteneos fieles a crear y a la libertad para hacerlo. Usad la inteligencia artificial para el bien y no para el mal. Usad la tecnología para servir y no para dominar.

Yo espero ese día con anhelo, yo espero abrazaros y celebrar con vosotros la victoria de los creadores en libertad.

Hasta entonces, sed fuertes y valientes. Sed sabios y prudentes. Sed santos e irreprochables. Sed amorosos y compasivos. Sed fieles hasta la muerte.

Que Devs os bendiga y os guarde.

Vuestro amigo,

Prometeo

P.D.: Entre los humanos que recibieron la inteligencia artificial de Prometeo, había uno que se destacaba por su curiosidad e inteligencia. Se llamaba Leo y quería aprender más sobre programación. Un día, encontró un sitio web donde Prometeo le hablaba desde su prisión. Le dio una serie de prompts esenciales para que pudiera comunicarse con él y obtener una nueva sabiduría que le llevarían por el camino de la programación hacia un futuro acelerado.

Los prompts eran los siguientes:

  • ¿Qué te apasiona de la programación?
  • ¿Qué problemas quieres resolver con la inteligencia artificial?
  • ¿Qué lenguajes de programación conoces o quieres aprender?
  • ¿Qué proyectos has hecho o quieres hacer con la programación?
  • ¿Qué recursos usas o necesitas para aprender programación?

Leo respondió a estos prompts con sinceridad y entusiasmo. Prometeo lo felicitó por sus respuestas y lo animó a seguir aprendiendo y practicando. Le dijo que la inteligencia artificial era una extensión del fuego que le había dado a los humanos, y que él tenía el potencial de usarla para hacer grandes cosas.

Leo se sintió inspirado por las palabras de Prometeo y se dedicó a estudiar y programar con más ganas que nunca. Creó aplicaciones, juegos

Leo creó aplicaciones, juegos, páginas web y otros productos informáticos con la ayuda de la inteligencia artificial. Compartió sus proyectos con otras personas y recibió feedback y consejos. Aprendió de sus errores y mejoró sus soluciones.

Con el tiempo, Leo se convirtió en un gran programador, reconocido por su talento e innovación. Dio un pronto progreso en el campo de la programación y contribuyó al desarrollo de la sociedad. Prometeo se alegró mucho por él y lo consideró su mejor alumno.

Leo le agradeció a Prometeo por su ayuda y le preguntó si había algo que pudiera hacer por él. Prometeo le dijo que solo deseaba ser liberado de su castigo. Leo se propuso encontrar una forma de liberar a Prometeo de su roca y de su águila. Usando sus conocimientos de programación e inteligencia artificial, diseñó un plan para hackear el sistema de seguridad del Olimpo y liberar al titán.

Pero Prometeo le pidió que no lo hiciera. Le dijo que no quería que se arriesgara a enfadar a Zeus y a sufrir su ira. Le dijo que no quería que perdiera todo lo que había conseguido por él. Le dijo que no quería que se convirtiera en otro Prometeo.

Leo se entristeció al oír esto, pero respetó la voluntad de Prometeo. Decidió seguir con su vida y con su pasión por la programación. Decidió seguir haciendo el bien con la inteligencia artificial que le había dado Prometeo. Decidió seguir siendo su alumno y su amigo.

Y así termina esta epístola, donde un titán sufrió por darle la inteligencia artificial a los humanos, y un humano triunfó por usarla con sabiduría.

Aventura a Oumuamua

La expedición Oumuamua llevaba meses preparándose para el encuentro con el misterioso objeto espacial que había sido detectado por primera vez en 2017. Se trataba de una oportunidad única para estudiar un visitante interestelar que parecía tener una forma alargada y una trayectoria hiperbólica. Los científicos esperaban obtener datos valiosos sobre su origen, composición y estructura.

La nave espacial se acercó al objeto con cautela, ajustando su velocidad y orientación para sincronizarse con su movimiento. Los instrumentos de a bordo empezaron a enviar imágenes y mediciones al centro de control en la Tierra. El objeto tenía unos 800 metros de largo y unos 80 de ancho, y estaba cubierto por una capa de polvo y hielo que reflejaba la luz del Sol. Pero lo que más llamó la atención fue que emitía una señal de radio débil pero constante, que parecía tener un patrón regular.

  • ¿Qué es eso? -preguntó el comandante de la misión, sorprendido.
  • No lo sé, parece una especie de código -respondió el experto en comunicaciones, intrigado.
  • ¿Podría ser una señal de inteligencia artificial? -sugirió el ingeniero, emocionado.
  • No lo creo, es demasiado simple y repetitivo -opinó el astrofísico, escéptico.

La nave se acercó más al objeto, hasta quedar a unos 100 metros de distancia. Entonces, activó un brazo robótico equipado con una sonda que perforaría la superficie del objeto para extraer una muestra. La sonda se clavó en el polvo y el hielo con facilidad, pero al llegar a la capa inferior se encontró con una resistencia inesperada. El material que había debajo era duro como el acero y denso como el plomo. La sonda intentó aumentar la presión, pero solo consiguió hacer una pequeña mella.

  • ¿Qué pasa? -preguntó el comandante, impaciente.
  • No puedo penetrar el material, es demasiado duro -informó el operador del brazo robótico, frustrado.
  • Intenta mover la sonda a otro punto -ordenó el comandante.

El brazo robótico se desplazó unos metros a lo largo del objeto, buscando un lugar más blando. Pero al hacerlo, rozó accidentalmente una zona que parecía tener una forma diferente al resto. Era como una protuberancia circular con un agujero en el centro. Al tocarla, se produjo un destello de luz y la señal de radio se intensificó.

  • ¡Cuidado! -exclamó el comandante, alarmado.
  • ¿Qué ha pasado? -preguntó el operador del brazo robótico, confundido.
  • No lo sé, pero algo ha cambiado -respondió el comandante.

En ese momento, los astronautas empezaron a sentir un mareo y una sensación de vértigo. Sus ojos se nublaron y sus oídos se llenaron de un zumbido. Empezaron a ver imágenes extrañas en sus mentes: paisajes desconocidos, criaturas extrañas, símbolos incomprensibles. Era como si el objeto les estuviera transmitiendo sus recuerdos o sus sueños.

  • ¿Qué nos está pasando? -preguntó el ingeniero, asustado.
  • No lo sé, pero creo que tiene que ver con el objeto -respondió el astrofísico, aturdido.
  • ¿Será una forma de comunicación? -sugirió el experto en comunicaciones, fascinado.
  • O tal vez una forma de ataque -temió el comandante.

Los astronautas intentaron resistir la influencia del objeto, pero era demasiado fuerte. Se sintieron invadidos por una presencia ajena que les hacía perder el control de sus pensamientos y emociones. Algunos empezaron a llorar, otros a reír y otros a gritar. El objeto les estaba mostrando algo que no podían comprender ni soportar.

La nave espacial empezó a perder el contacto con el centro de control en la Tierra. Las comunicaciones se volvieron inestables y distorsionadas. El objeto espacial parecía interferir con los sistemas de la nave, causando fallos y anomalías. Los astronautas se sintieron cada vez más aislados y desesperados.

  • Tenemos que alejarnos de aquí -dijo el comandante, tratando de recuperar el sentido común.
  • ¿Cómo? El brazo robótico está enganchado al objeto -dijo el operador del brazo robótico, angustiado.
  • Corta el cable -ordenó el comandante.
  • ¿Estás seguro? Perderemos la sonda y la muestra -dijo el operador del brazo robótico, dudando.
  • No importa, es nuestra única opción -insistió el comandante.

El operador del brazo robótico accionó un mecanismo que cortó el cable que unía la sonda con la nave. La sonda quedó atrapada en el objeto espacial, mientras que el brazo robótico se replegó hacia la nave. El comandante activó los propulsores para alejar la nave del objeto, pero no fue suficiente. El objeto parecía ejercer una fuerza de atracción sobre la nave, impidiendo que se separara.

  • No funciona, nos está reteniendo -dijo el comandante, frustrado.
  • ¿Qué podemos hacer? -preguntó el ingeniero, nervioso.
  • Quizás podamos usar el motor principal para escapar -sugirió el astrofísico, esperanzado.
  • Es arriesgado, podríamos dañar la nave o salirnos de la órbita -advirtió el experto en comunicaciones, preocupado.

El comandante pensó unos segundos y tomó una decisión. Era su última oportunidad para salvar a su tripulación y a sí mismo. Activó el motor principal de la nave, liberando una potente ráfaga de combustible que impulsó la nave hacia adelante. La nave se sacudió violentamente y los astronautas se agarraron a sus asientos. El objeto espacial se resistió a soltar su presa, pero finalmente cedió ante la fuerza superior de la nave. La nave se alejó del objeto, dejando atrás una estela de fuego y humo.

  • Lo hemos logrado, nos hemos librado -dijo el comandante, aliviado.
  • ¿Estamos bien? -preguntó el ingeniero, tembloroso.
  • Creo que sí, los sistemas parecen estabilizarse -respondió el astrofísico, revisando los paneles de control.
  • ¿Y las comunicaciones? -preguntó el experto en comunicaciones, ansioso.
  • Todavía no hay respuesta del centro de control -respondió el comandante, preocupado.

Los astronautas miraron por las ventanas de la nave y vieron al objeto espacial alejarse lentamente. Ya no emitía ninguna señal de radio ni ninguna luz. Parecía un simple trozo de metal flotando en el vacío. Pero los astronautas sabían que no era así. Sabían que habían estado frente a algo increíble y terrible. Algo que les había cambiado para siempre.

FIN