Como hija de este universo, te encuentras inmersa en una realidad en constante expansión. Al igual que el cosmos, los datos se multiplican a una velocidad vertiginosa, desafiando nuestras percepciones y haciendo que los prejuicios sean cada vez más difíciles de mantener. La teoría del universo participativo sugiere que la observación no solo registra la realidad, sino que también la crea. Esto implica que cada uno de nosotros tiene un papel activo en la configuración de la verdad y la comprensión del mundo que nos rodea. En este contexto, resulta crucial reconectar con nuestra esencia como criaturas espirituales. A medida que navegamos en este universo en expansión, debemos nutrir y cultivar nuestra dimensión espiritual, permitiéndonos así abrazar la complejidad y la belleza de la existencia. Desde pequeña estás demostrando una gran curiosidad y ansias de nutrirte espiritualmente. Los años nos hacen cambiar a todos, espero que no pierdas esa parte tan necesaria para mantenerte feliz.
Las casualidades son como pequeños destellos de misterio en nuestra vida cotidiana. A veces, anhelamos encontrar significado en lo inesperado, como si el universo estuviera tejiendo hilos invisibles entre los eventos. Nos aferramos a coincidencias, buscando patrones ocultos que nos conecten con algo más grande. Tu y una de tus mejores amigas os llamáis igual en dos lenguas diferentes. Eíra lo escogí porque fonéticamente me gustaba y etimológicamente significa miel y tu amiguita Asel es igual, pero del árabe. Estas pequeñas casualidades nos hacen sentir parte de algo más allá de nosotros mismos.
Sin embargo, también hay momentos en los que nuestra mente juega trucos con nosotros. Creamos conexiones donde no las hay, atribuyendo significado a eventos aleatorios. Buscamos señales en las nubes o interpretamos sueños como profecías. A veces, nuestra curiosidad nos lleva por caminos imaginarios, y aunque sabemos que no hay nada más que casualidad, seguimos explorando.
La dualidad de las casualidades nos mantiene alerta y nos invita a reflexionar. ¿Qué nos impulsa a ver patrones en lo caótico? ¿Por qué nos aferramos a la idea de que hay algo más allá de lo evidente? Quizás sea nuestra necesidad innata de encontrar significado en un mundo aparentemente aleatorio. Así que, mientras seguimos buscando señales y conexiones, recordemos que a veces, la magia está en la búsqueda misma, independientemente de si encontramos respuestas o no.
Te voy a dar unos consejillos sobre redes sociales que es algo que me tiene siempre en un dilema, ya que son positivas en ciertos aspectos y son el mal en mucho otros…
consejo #1: Comunicación Abierta
Hablemos. Sí, así de simple. Quiero que sepas que siempre puedes venir a mí para hablar sobre tus experiencias en línea. Si ves algo que te hace sentir incómoda o confundida, no dudes en compartirlo. Juntos encontraremos una solución.
Consejo #2: Configura tu Privacidad
Las redes sociales son como una ventana a tu mundo. Asegúrate de cerrar las cortinas cuando sea necesario. Configura tus opciones de privacidad para que solo las personas que realmente conoces puedan ver tus publicaciones y fotos. Ante la duda pregúntame…
Consejo #3: Sé Amable
Recuerda que detrás de cada perfil hay una persona real. Trata a los demás con respeto y amabilidad. Siempre piensa antes de publicar algo. ¿Cómo te sentirías si alguien más lo dijera?
Consejo #4: Verifica la Información
No todo lo que ves en línea es cierto. A veces, las noticias falsas se propagan como un reguero de pólvora. Antes de compartir algo, verifica si es real. Pregunta: “¿Es esto creíble?”.
Consejo #5: Tiempo Fuera de Pantalla
Sí, las redes sociales son divertidas, pero también es importante desconectar. Sal a dar un paseo, lee un libro o juega con tus amigos. La vida real también es genial.
Consejo #6: Sé Tú Misma
No te compares con los demás. Cada persona tiene su propia historia y su propio camino. No te preocupes por cuántos “me gusta” tienes. Lo importante es cómo te sientes contigo misma.
Por último, en los momentos de ira, cuando las palabras se convierten en tormentas y los pensamientos en relámpagos que surcan la mente, escribir puede ser un refugio. Tomar un papel y plasmar esos sentimientos efímeros, darles forma y luego desgarrar el papel en mil pedazos, es como dejar que esos sentimientos se disipen con cada trozo que cae. Es un acto catártico, una liberación física de la furia que, una vez en el papel, ya no nos pertenece. Así, en el silencio que sigue a la tempestad, encontramos la calma, y lo que una vez fue un huracán en nuestro interior se convierte en una brisa olvidada.